domingo, 3 de mayo de 2015

Eva

La calle está desierta, son poco más de las tres de la mañana, hace frío para la época, pero eso es lo que menos le importa a Eva, quien corre con todas sus fuerzas a través de las calles vacías, vestida solo con sus shorts negros de dormir y su guardacamisa color magenta, empapadas ambas prendas de su frío sudor, palpitando su corazón con ansiosa emoción. Eva corre descalza en medio de la noche porque se estaba ahogando y pensó que moriría, ahogada en la rutina de un amor de plástico, y de hecho realmente pensó que moriría, pero suerte para ella, la noche fue su salvación.

No sabía Eva hacia donde se dirigía, peor aún, segura no estaba de por qué corría, pero algo certero sentía; lo disfrutaba, y más aún, le excitaba. Sí, correr era para Eva en ese momento un orgasmo hacia la libertad, un placer que aumentaba con cada zancada y con cada jadeante bocanada, ansiosa de vivir, ansiosa de sentir, con ganas de no parar, con ganas de gozar en su plenitud nocturna, y ahora lo entendía.

Eva no paraba, y ya sus senos empapados eran visibles a través de su mojada guardacamisa color magenta, ya sus piernas brillaban hermosas de tanto sudor y ya su sexo ardiente clamaba desesperado por la ayuda de su mano, pero Eva no paraba, porque el orgasmo era correr, el orgasmo era ser acariciada por la noche fría y vacía.




Hamid A. Yammine I.

No hay comentarios:

Publicar un comentario