Era
el mejor de los tiempos, era el peor de los tiempos; la época de la sabiduría y
la época de la bobería, el período de la fe y el período de la incredulidad, la
era de la Luz y la era de las Tinieblas, la primavera de la esperanza y el
invierno de la desesperación. Todo lo poseíamos y nada poseíamos, caminábamos
en derechura al cielo y rodábamos precipitados al abismo. En una palabra, era
tan parecido aquel período al actual, que nuestras autoridades de mayor
renombre insisten en que, tanto en lo que al bien se refiere como en lo que
toca al mal, sólo en grado superlativo es aceptable la comparación.
Charles Dickens
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