jueves, 27 de febrero de 2020

#23PreguntasDeProust: Rosario López

¿Existe algo en la vida que esté exento del azar? Yo creo que no. Gracias al azar, precisamente, fue que yo conocí a Rosario, antes para mí profesora que escritora, pero supongo que se pueden ser las dos cosas a la vez, y mucho más. Pero lo de hoy no se trata de la Rosario profesora o escritora, ni de la periodista, no, se trata de la Rosario mujer, humana, la faceta más fantástica que cualquiera puede llegar a tener, sin títulos ni clasificaciones mundanas.

Y hablo de esta manera porque lo más importante que Rosario me enseñó en sus talleres de escritura, más allá de lo que yo como escritor pueda llegar o no a escribir, fue aprender a escuchar esa voz de niño que, sin lugar a dudas, todos tenemos viva dentro de nosotros, pero que con los tiempos "modernos y profesionales" que vivimos parece ser más un defecto que virtud, aunque quizás ni siquiera tenemos por qué clasificarla, es la voz que es y punto.

Pero no me quiero desviar del tema principal, Rosario y las veintitrés preguntas de Proust que le hicimos desde este blog con motivo del lanzamiento de su nueva novela “Los besos secos”, que se presentará el próximo 6 de marzo en Madrid, en la librería Cervantes y Compañía.

Pasen, lean, y disfruten:

¿Cuál es tu idea de felicidad perfecta?
Un rato en Cádiz, en la playa de la Caleta, ver al mar y al deseo ir y venir, escuchar a las mujeres que juegan al parchís a mi espalda en la arena, comparten dulces, dicen “qué bueno”, se meten unas con otras y ríen, con naturalidad, sin vergüenza sin contenerse, como el mar. Reírme yo también. Ser consciente, ser consciente de que podemos reír. La ducha después del mar. Contarlo. Tener una boca y una mano cerca. Volver al mar.

¿Cuál es tu característica más reconocible?
Pues no sé cómo me verán los demás, entregada, pasional, podría ser. Siempre me ha sorprendido la diferencia entre lo que una persona cree que es y lo que ven los demás. Aún estoy conociéndome. Y ojalá que nunca deje de hacerlo.

¿Cuál consideras tu mayor logro?
Ningún logro es mío solo, ciertamente. Si fuera mío, solamente, sería privado, sería, tal vez, un logro horrible, escondido donde un día me dé por buscar y contarte. Pero no hoy.
  
¿Cuál es tu mayor miedo?
Amar muy poco. Vivir sin amar. Es más importante amar que ser amada. Si una no ama, siempre está sola, aunque la amen. Y eso pasa, con frecuencia. También temo ser una inútil para la persona que me necesite.

¿Con qué personaje histórico es con el que más te identifican?
Pues…, creo que con nadie, que yo sepa. A mí me encantaría ser Carmen Amaya, algunos días.

¿Qué persona viva es a la que más admiras?
Mi madre.

¿Quiénes son tus héroes en la vida real?
Mi familia. Y especialmente las mujeres de mi familia. Las admiro profundamente.
  
¿Cuál es el rasgo más deplorable en ti?
La envidia, sobre todo porque la mayoría de las veces envidio cosas que no me interesan. La envidia es así. Detesto cuando dicen “envidia sana”. No sé lo que es eso. Envidio no poder decirlo, ¡envidia sana!, y quedarme tan tranquila.

¿Cuál es el rasgo en los demás que te hace menospreciarte?
El pragmatismo. Me encantaría ser más práctica, me ahorraría mucho tiempo para invertirlo en las personas y en los verbos que amo.

¿Cuál es tu viaje favorito?
El que hice a Lisboa con amigas de la vida y el que está por llegar. Hoy he soñado con el barrio de Malá Strana, que es uno de mis favoritos de Praga, donde viví un tiempo. Están los viajes que una hace por turismo y los que hace para vivir un espacio y un tiempo. En estos últimos viajes, que no son solo viajes, mutas. He mutado en Praga, Melilla y los Balcanes. Son sitios que llevo en mí. Ojalá pronto uno que deseo.

¿Cuál consideras que es la virtud más sobrevalorada?
La sinceridad, tal vez, como se entiende. Hay mentiras que salvan vidas. En general, es muy difícil hablar de virtudes sin conocer el lugar en el que son vistas como tal. No sé quién dijo: “Las virtudes caminan junto a los defectos”.

¿Qué palabra o frases usas en exceso?
Las típicas, supongo: Mmmm, digo, vale, venga, así, nada más, despacio, vamos allá, qué belleza, como tú quieras, a lo mejor me estoy metiendo en lo que no me importa, perdona, no sé si me explico. Hasta dentro de un rato.

¿Cuál es tu mayor arrepentimiento?
Ninguno. Sé que no es nada original responder esto, pero lo que hice en ese momento es lo que sentía y pude hacer en ese momento. Por eso hoy está bien.

¿Cuál es tu estado de ánimo más recurrente?
Depende de a lo que tenga que enfrentarme; pero procuro estar en paz, pase lo que pase.

Si pudieras cambiar algo de tu familia, ¿qué sería?
Absolutamente nada.

¿Cuál es tu posesión más preciada?
Un diario que tengo de cuando era adolescente. Hace poco lo abrí y me reí en unas partes, en otras, me dije: “Qué lastimita de muchacha”. Pero sobre todo es un tesoro porque compruebo que la esencia de lo que soy y deseo y me pregunto está ahí. También es muy mágico porque hay sueños que tenía y se han cumplido. Respeto a la niña que era. Me da ternura.

¿Qué consideras que es lo más profundo de la miseria?
La soledad.

¿Dónde te gustaría vivir?
Ahora mismo en Madrid. 

¿Cuál es tu actividad favorita?
Ser turista en la ciudad que vivo, Madrid. 

¿Cuál es la cualidad que más te gusta en un hombre?
La escucha.

¿Cuál es la cualidad que más te gusta en una mujer?
La escucha, también. Es lo más parecido a la generosidad.

¿Cuáles son sus nombres favoritos?
Los fuertes, como Carmen, y los que te acunan, como Cecilia. También me gusta mi nombre, por mi abuela. Y Manuel.

¿Cuál es tu lema?
Todo está conectado, escribimos todo el rato. Escribimos también cuando no escribimos. Juan Ramón Jiménez dice en Espacio que con amor y luz todo se hace y que lo que hace el amor no acaba nunca. Y yo lo creo. Lo universal, dijo Miguel Torga, es lo local sin paredes. Puede que esta entrevista nos cambie la vida, a ti y a mí, o se la cambie a uno de Malá Strana que nos esté leyendo mañana y venga de ayer y otro planeta. Al encuentro y a su posibilidad me entrego. Me entregaré siempre.


Escribir me permite alargar el brazo y, a veces, tocar el mar.
Fotografía de Raquel Serrano.