viernes, 18 de septiembre de 2015

Camino

Sentí que compartir el camino, en ese momento, este momento, era indicado. Me dejé llevar, era verdadera presa del caos, surfeaba olas de verbos mientras me desvelaba por tu encuentro, y de repente, el pasado, un cuento erótico que me acecha, como el cazador a su presa, pero yo le sonrío en vez de huir, no tiene armas para tentarme, le di entonces un beso en la frente, cambié de tiempos en la narrativa y me acosté a tu lado, mientras escribía esto, quién eres, ya pareces tres, cuatro, y hasta cinco mujeres diferentes, puedo armar un rompecabezas con las piezas favoritas de cada una de ellas: la amistad de una, lo inteligente de la otra, el olor de esa misma, el misterio de aquella y la atracción de esta. Y apareces tú, oculta, te veo y estoy ciego de ti, ahora el camino es claro, lo comparto, ven conmigo, camina hacia mí.

Juan Pedro Carrasquero Ávila

lunes, 7 de septiembre de 2015

Ella danza entre fuego y hielo

Ella danza entre fuego y hielo,
Con la calma del mar y la grandeza del trueno,
Aunado a la candidez de un niño y la valentía del fierro;
Ella danza entre fuego y hielo.

Sus ojos como dos lunas brillan,
Resplandecientes, dicotómicos e incandescentes; irreverentes.
No los hagas llorar, no los molestes.
Son sinceros, a veces anhelantes
Pues ella danza entre fuego y hielo.

Su cuerpo no es menos que un mapa trazado por los grandes,
Ni Magallanes ni Colón hubiesen encontrado tales tesoros.
Absorto el cielo se halla, incluso celoso
Ante la suavidad que posee tu mármol cincelado.
A tu anatomía, la belleza es un secreto adosado.

No hay furia alguna que sacuda tu talante,
Ni un centenar de guerreros, 
ni la madre tierra acabará con tu existencia hermosa, potente, pertinente,
Pues no hubo alguien tan tajante
Cuando de cuestiones de valor se tratase.

Tú, tan calma, tan tranquila y hermosa; tus labios de coral y demás reliquias marinas;
Nadie a tu bonhomía atrevería a compararse, hereje el que lo haga. Por más que todo eso...
Danzas entre hielo y fuego.

Marena Flores Montenegro

jueves, 3 de septiembre de 2015

Guiño

Otro día que comienza,
claridad apabullante en la oscuridad,
donde me levanto para no seguir durmiendo,
y le doy la espalda a la cama
para que no me vuelva a provocar 
entrar nuevamente a sus fauces.

Nueva mañana inicia,
corriendo detrás de un reloj,
ignorando las necesidades de muchos,
priorizando solo mi rutina,
insultando a aquel que prioriza la suya,
saboreando restos de yogur y cereal en mi boca.

Primer café despertador,
negro, fuerte, amargo,
casi el saludo de un jefe…
reviso los proyectos de ayer,
programo el día de hoy,
pero todavía no puedo soñar con el mañana…

Consciente que estando despierto,
no he iniciado mi rutina,
sirvo el próximo café con otro enfoque:
¡Buenos días! 

Ahora pertenezco a un proyecto ya ideado,
todo tiene sentido, con o sin mi presencia…
debo ponerme al servicio de los demás 
para sentirme parte del plan,
esperando que al final de la jornada
haya sido útil, utilizado y valioso.

Solo me queda la nostalgia matutina
de haberle dado la espalda a la cama,
ignorando que solo con ese gesto,
debía recordar el plan del que hablaba…
al ver el somnoliento cuerpo que amaba.

Claudio Manganelli